Ficha
del Festejo
Plaza de toros
de Valencia. Viernes, 24 de julio de 2015. Feria de Julio. Dos tercios de
aforo. Toros de Victoriano del Río (4º
bis), desiguales de presentación y juego variado. Destacaron 1º y 3º que fueron
aplaudidos en el arrastre.
Finito de Córdoba, silencio
tras dos avisos y silencio tras tres avisos.
Morante de la Puebla, silencio tras aviso y pitos.
Alejandro Talavante, ovación con saludos y vuelta al ruedo tras petición
y aviso.
Las
pinceladas más artísticas de la tarde salieron de las manos de Finito, que
enamoró con ese toreo de gran categoría, pero enfadó al público con un mal uso
de los aceros. Abrió plaza un toro serio y bien hecho de Victoriano del Río que
tuvo clase y calidad, aunque le faltó empuje. Lo recibió Finito con un puñado
de verónicas armoniosas y una media pinturera. La faena de muleta, de más a
menos, tuvo muletazos de gran categoría y expresión, sentidos, alguno de ellos
a cámara lenta. Tras un desarme con la izquierda, mano con la que no acabó de
acoplarse, la faena se vino a menos. Mal con la espada y descabello. El toro,
aplaudido en el arrastre.
El
cuarto fue devuelto tras blandear de las manos en varias ocasiones. Se dejó
torear el sobrero, de la ganadería titular, que colocó la cara con buen estilo.
A gusto estuvo Finito con él, en una labor cargada de matices, más para el
disfrute del aficionado que del gran público, que se mostró con cierta
frialdad. El trincherazo monumental, la belleza de un cambio de mano, la
trincherilla torera… Todo con el sello de la distinción. Rompió primero al toro
hacia adelante, para meterlo en la muleta y torearlo después más relajado. De
nuevo estuvo desafortunado con los aceros, enfadando al público. Cayó el toro
en el momento en el que sonó el tercer aviso.
La
primera faena de Talavante tuvo dos partes, aunque las dos en versión original.
Comenzó con las dos rodillas en tierra, sobre ambas manos, con el remate de uno
de pecho, y puso la plaza a su favor. Ya de pie, Talavante templó también por
los dos pitones. Fueron series cortas, pero intensas. Pisando terreno del toro
y sin perder pasos. Muy enganchado el toro; muy templado siempre. Pasada esa
primera parte, llegó la otra versión de este torero. Ahora versátil, toreo de
cercanías y los efectos especiales propios para seguir con la gente en sus manos.
Siempre muy a gusto el torero, para acabar con los cambios de mano despreciando
la espada. Los efectismos finales tuvieron su recompensa en el tendido. Pero la
espada dijo no y el posible premio quedó en ovación cerrada.
El
sexto toro tuvo cierta pólvora. Se empleó bien en el caballo, como casi toda la
corrida, y aunque no humilló cogió la muleta con mucho aire. Fue un tanto
guerrillero, aplacado en principio por el temple que aplicó Talavante, sin
molestar nunca al toro. De los estatuarios iniciales, pasando por dos series
por ambas manos llevando muy toreado al toro, a la segunda parte de la faena,
hubo diferencia. No desapareció el interés popular pero bajó el mando en plaza
impuesto al principio y la faena, con algún enganchón, se ensució algo. Como en
el otro, faena de más a menos. Pero después de lo vivido en los toros
anteriores, lo de Talavante supo a gloria.
No
fue la tarde de Morante de la Puebla. Con el segundo del festejo, logró lo
mejor, mediada la faena, en el toreo en redondo. Se gustó mandando en la
embestida del animal y dejando muletazos sobre la diestra llenos de gusto y
alguno de ellos, profundidad. Faena larga, mal rematada con la espada. Con el
descastado quinto nada hizo más que abreviar tras algunas probaturas. Erró
también a espadas.
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