Ficha del festejo
22 de julio. Primer
festejo de abono de la Feria de Julio de Valencia. Un tercio de plaza. Novillos
de González Sánchez Dalp. 1º y 2º los mejores.
Juanjo Romera (Escuela Taurina de
Málaga): vuelta al ruedo y silencio tras dos avisos
Sedano Vázquez (Escuela Taurina de Castellón): silencio tras dos avisos en ambos
Juan Antonio Navas (Escuela Taurina de Valencia): silencio tras dos avisos y silencio tras aviso
Sedano Vázquez (Escuela Taurina de Castellón): silencio tras dos avisos en ambos
Juan Antonio Navas (Escuela Taurina de Valencia): silencio tras dos avisos y silencio tras aviso
El
espectáculo de la noche lo pusieron los toros de Miura. Tras desembarcarse un
parejo y dócil encierro de Victoriano del Río, tocó el turno a los de Zahariche.
Salió Ratón, negro, luego un lustroso castaño y a continuación un espectacular
sardo, Jerezano, marcado con el número 72, que salió del cajón como una
exhalación y se peleó hasta con su sombra. De estas peleas quedó muy resentido
el toro nº 43, Dudoso, ejemplar castaño, que murió nada más llegar a los
corrales. Y es que los toros se pegaron una y otra vez ante la impasibilidad y
el pasotismo de la parada de cabestros. Tras saltar otro toro al ruedo, se
decidió encerrar estos cuatro para evitar males mayores. Se consiguió que tres
pasaran a corrales, pero el sardo siguió en la plaza pidiendo pelea cuando
salió el quinto. Al final, se consiguió encerrarlo, también ya muy tocado del
ala y el último del encierro ya se soltó en solitario tras una larga espera.
Habrá que ver cuántos podrán lidiarse el domingo. De momento, uno ya no. El
espectáculo duró una hora y media.
Y otras dos y media la novillada sin picadores que la precedió. En ella se lidió un encierro de González Sánchez Dalp, bien presentado y de variado de pelaje, algunos de cuyos ejemplares, como el primero y el segundo dieron un juego notable, dentro de su desigualdad. Con este material, al almeriense Romera, de la escuela de Málaga, se le vio como un torero enterado y con un cierto sentido de la ligazón, aunque le costó un mundo quedarse quieto.
Los
mejores muletazos los dio el castellonense Sedano Vázquez, quien recibió a
portagayola a los dos de su lote. Y luego manejó las telas con gusto, cadencia
e impronta. Perdió los trofeos por su deficiente manejo de las armas toricidas.
Y el valenciano Juan Antonio Navas, ante el peor lote, anduvo firme, seguro y
muy asentado, en dos trabajos bien planteados en los que se amontonó por
momentos y tampoco remató con los aceros.
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