sábado, 14 de marzo de 2015

Valencia ( 2ª de la Feria de Fallas ) : Morante marca diferencias con la pureza y la naturalidad de su toreo.



Ficha del festejo

14 de marzo, 2ª de Fallas. Lleno. Toros de Victoriano del Río bien presentados pero, en general, a menos. Sobresalió el cuarto.



Morante de la Puebla: pitos y oreja tras aviso

El Juli: saludos tras aviso y oreja

Daniel Luque: oreja y ovación tras aviso

Valencia (Esp.) No se elige lo que se recuerda. Pero si podemos saber porqué lo recordamos. Porque jamás lo habíamos aprendido. La vida, el arte, el sentimiento, la pasión, ni se entrena ni se aprende. Surge. Viene y va. Y es ejercicio de recuerdo. Lo que se aprende y se trabaja es asunto para la memoria. Recordar es asunto de vida, memorizar es asunto de trabajera enciclopédica. ¿Por qué recordaremos hoy a Morante? Porque hace el toreo que no se entrena, el que no se aprende, el toreo que surge. De puntillas, en medio de lo inesperado, tres lances de recuerdo para prologar una obra de arte natural, con armonía en los trazos, inspirada, con el ritmo que marcan cintura, muñecas y corazón. El arrebato contra lo vulgar, como la corrida de Victoriano del Río, muy mejorada por un impresionante El Juli y un torero en fase de crecer, Daniel Luque.

Morante no se entretuvo con ese manso primero que no hizo más que buscar las tablas a toda costa desde que salió y se dedicó en el cuarto a demostrar que las enciclopedias no hacen falta más. Que no hacen falta libros ni fotos para ver a Belmonte y a Joselito 'El Gallo', porque los dos juntos están en él, y con los ritmos y comportamientos del toro de ahora. El toro de ahora, hablando en concreto, era un tostado listón que Morante dejó crudo en el caballo y al que no se le conocían virtudes hasta que Morante enseñó que podía embestir con ritmo y por abajo en cuatro verónicas excepcionales. Lo hizo sin preparativos, sólo haciéndolo: así. Y en esa naturalidad está la clave de bóveda de la fascinación que ejerce. La naturalidad la transforma el torero de La Puebla en la torería con que se movió o hizo el toreo a dos manos, o en la inventiva que le llevó a iniciar cada serie de una forma distinta, o en el valor que le permitió pasarse los toros tan cerca como el que más y torear hondo y despacio, reunido consigo mismo, sobre las dos manos. En Morante está la sorpresa de la naturalidad y su toreo se graba porque está lejos de lo impostado y lo aprendido. Es el toreo que no se entrena.

Después de un emocionante recibo de capote y de dos esperanzadores quites, todo hacía presagiar que El Juli le iba a formar un lío a su primero. Pero el toro desarrolló un molesto calamocheo y pronto recortó su viaje. Se metió entonces el de Velilla entre los pitones con abrumadora seguridad. Tanta autoridad asustó al toro y encogió los corazones de los aficionados. Sólo su mal uso de los aceros le impidió tocar pelo.

En cambio sí que cortó una oreja del quinto, un animal abanto de salida y áspero en los inicios de faena al que El Juli aguantó algún gañafón hasta meterlo en el canasto. Aunque el de Victoriano embestía a media altura, el madrileño supo conectar con los tendidos a base de entrega y ceñimiento, sobre todo en las manoletinas finales.

Daniel Luque volvió a poner en escena su magnífico manejo del capote. Tanto en las verónicas de recibo, pero sobre todo en la personal y torera manera de poner el toro en suerte en el caballo con chicuelinas al paso. Quitó por cordobinas. Buen toro mientras duró y buen inicio de faena del torero de Gerena, a pies juntos, muy quieto y corriendo la mano con donosura. Fácil, muy templada la faena de Luque, de torero puesto y en buen momento. Las luquecinas finales, de nuevo sin enmendarse, provocaron el clamor en los tendidos. La estocada trasera y un golpe de descabello precedieron a la concesión de la primera oreja de la tarde.

Otra vez muy bien con la capa en el que cerró función Daniel Luque. El recibo primero genuflexo y ya de pie ganando terreno tuvo ritmo, empaque y buen gusto. En el quite, dejó unas chicuelinas con el compás abierto y una torera larga. "Aldeano" hizo honor a una reata tan ilustre y se prestó al lucimiento aunque sin descolgar. Sin probaturas Luque, que se fue a los medios, le dio distancia y se puso a torear de primeras. Labor animosa, con pasajes sueltos de interés pero un tanto falta de unidad. De nuevo las luquecinas como colofón y un feo metisaca que le privaba del trofeo y la consiguiente puerta grande.

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